El sigilo y el viento estaban de mi lado. Jamás se lo imaginó, pues estaba campante en su jardín, leyendo su periódico en la sección de política... Me dejé caer cuchilla en mano. Un suspiro que fue el último. Me miró con odio en su cara de ratón y su piel demacrada por la enfermedad que llevaba años con él. Intentó balbucear algo, empujé más el cuchillo contra su yugular mientras lo escuché susurrar:
"Sigo sin lamentar lo que le hice a ella".
"Lo lamentarás en el infierno". Le contesté.
Cumplí mi venganza y extrañamente ya no me sentí vacío.
Khan Medina
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