¿Cuánto llevaba en este maldito bosque? No puedo recordarlo. Dos días, ¿o no? ¿Acaso ya eran tres? El capataz dijo que faltaban tres días para la Luna Oscura. Tengo miedo. He visto cosas que me helaron la sangre.
Tengo vívido en mi memoria cómo mi amigo fue embestido por un ciervo. Lo mató atravesándolo con su cornamenta. Mi amigo intentó hacerse a un lado, pero ese maligno animal predijo su movimiento… Aún escucho el grito de mi amigo cuando cierro los ojos. ¿Y qué hizo este salvaje ser? Nada. Sólo se nos quedó viendo y se retiró, como mandando un mensaje, como diciendo: “Eso era todo. Mueran de miedo.” Sólo pude sostener la cabeza de mi amigo mientras su mirada iba perdiendo brillo y me dedicaba palabras que no pude entender.
De acuerdo, no respetamos el bosque, y no hicimos caso de los consejos de mi antiguo patrón. “El bosque está maldito”, decía. “No van a hacerse ricos, van a hacerse cadáveres”. Ahora veo que tenía razón. Seguramente moriremos todos.
Hace largo rato que mi otro compañero no vuelve. Dijo que iba por agua y no le quise decir. Toda el agua de aquí está salobre. Algo me lo impidió, como si alguien en mi cabeza me dijera: “No le digas nada. Déjalo.”
Intento moverme, pero la herida en mi costado me arde. No sabía que las mordeduras de lobo dejaban tal dolor.
Ah, los lobos. Fue nuestra primera advertencia. Después de salir de la mina, un lobo se nos quedó viendo. Una mirada que denotaba inteligencia; nos evaluaba. En mi impertinencia, decidí lanzarle una piedra y mofarme de él. Mi capataz hizo lo mismo. Grave error. Al capataz lo encontramos tendido en el piso, forcejeando a duras penas contra un lobo inmenso de color negro. Pude ver con horror como esa bestia se comía el alma del jefe. Un fulgor blanco abandonaba el cuerpo de ese pobre hombre y quedaba inmóvil en el piso. El Lobo simplemente nos dedicó una mirada y se esfumó.
Puedo sentir el odio del bosque. Llevo tiempo sintiéndolo. Supongo que voy a morir. Seguramente esos espíritus están planeando cómo matarme o a quién enviar para que terminen su trabajo. ¿Por qué ese lobo no me mató? Fue el lobo del que me mofé. Me mordió y apretó con fuerza, luego me soltó y se echó a correr. Supongo que debo esperar paciente el momento final.
He escuchado que cuando llega tu momento, ves tu vida ante tus ojos, pero yo no he visto nada. Ningún recuerdo de antaño llega a mi vista. Simplemente tengo el crudo recuerdo de las muertes que presencié aquí.
¡Lo lamento! ¡En serio! Sólo acaben con esto… Puedo notar como una lágrima se derrama sobre mi mejilla. Nunca volveré a ver a mi esposa. Esa mujer que tanto me advirtió que no viniera. Nunca más podré decirle que la amo. Nunca podré disculparme con ella por lo estúpido que fui.
¿Qué es eso? Escucho un ruido sobre mí y entonces la veo. Una criatura que apenas puedo distinguir sobre la rama de un árbol. Se acerca entre las sombras bajando del árbol. Tiene una mirada penetrante, está envuelta en sombras, pero puedo distinguir sus ojos. Me está observando. El pavor se apodera de mí y me impide mover. Espero que me mate antes de devorarme. Ha ladeado la cabeza como si evaluara como acabar conmigo. No… No es eso. No veo maldad en su mirada. Se ve preocupada. Ahora se desliza hacía mí. Supongo que este es el momento…
“¿Sigues vivo?”, me preguntó.
Es una mujer, tiene el rostro pintando en sombras, camuflaje le dicen, lleva un arco consigo. Es, aunque es impropio pensarlo en este momento, muy guapa. Tiene un porte que sólo tienen algunas mujeres de la realeza. Su oscuro cabello ondea mientras busca algo en su macuto. Me da un poco de agua que bebo con dificultad.
“Te sacaré de aquí, se acerca la Luna Oscura y es muy peligroso rondar por aquí. O eso me han dicho.” Me carga sobre su hombro con cuidado. Apenas si tiene dificultad. Intento gimotear un gracias, pero las palabras no me salen. “Guárdatelo para después. Primero hay que salir de aquí.” Corre por el bosque soportando mi peso, increíble. Puedo notar como el aura de odio se va quedando atrás y es cuando escucho el grito de mi compañero. Ese fue su fin supongo. La mujer no se detiene, sigue adelante cargando mi cuerpo.
Salimos por fin y siento como me deja sobre una carreta cubierta. “Hay que sanarlo”, dijo con urgencia. Súbitamente siento unas manos que llegan a mi cuerpo y empiezo a sentir un alivio. Una chica con cabello castaño y con un fulgor verde en sus ojos se ocupa de mí. ¿Eres un ángel?, pregunté sin rodeos. Simplemente me sonríe y sigue con su labor.
“Hay que llevarlo a Grodan, parece que es Azutien”, dijo mi salvadora. “Es Azutien,” confirma el ángel. Me doy cuenta hacia dónde voy. Me dirijo a mi hogar, qué suerte la mía.
El Gremio de Asesinos me salvó la vida. Me pregunto qué dios los habrá mandado, pero estoy agradecido. Podré ver a mi esposa…
Khan Medina
0 Comments: